Publicado 17 de julio de 2019
https://www.pikaramagazine.com/2019/07/ya-tenemos-los-permisos-iguales-e-intransferibles-y-ahora-que/
Patricia Merino Murga. Autora de Maternidad, Igualdad y Fraternidad y presidenta de PETRA
Maternidades Feministas
Ya tenemos en España los permisos iguales e intransferibles.
Aprobados por Decreto Ley en los últimos días de un gobierno saliente sin
consulta ciudadana ni informes de expertas, el diseño final de la medida no
satisface a la PIINA, la plataforma que durante años ha impulsado su
introducción en España, y tampoco resuelve la situación de una gran mayoría de
madres que para conciliar maternidad y el empleo seguirán enfrentándose a
dilemas imposibles. La PIINA critica un diseño de los permisos que ya no puede hacer
realidad su sueño constructivista de corresponsabilidad y desaparición de los
sexos, y se confirma lo que desde PETRA venimos denunciando desde hace tiempo:
que finalmente los permisos iguales e intransferibles van a servir sobre todo
para asignar a los hombres nuevos privilegios y para canalizar recursos del
Estado hacia quienes ya los tienen.
Muchas personas dicen: “es cierto que las madres necesitan un
permiso más largo, pero es positivo que los padres tengan más tiempo para la
crianza”. Quien conozca un poco las estructuras familiaristas de nuestro estado
de bienestar y las dinámicas actuales de inversión en protección social, sabe que,
una vez que esta medida se haya introducido y financiado, es inconcebible que
en un futuro cercano vaya a existir ni la capacidad económica ni la voluntad
política para ampliar los permisos maternos con una prestación digna. Esto es
aún más improbable si se mantienen los criterios de igualdad y de
intransferibilidad. Unos permisos iguales e intransferibles de 6 meses no
cubren el periodo de exterogestación, y defender 9 o 12 meses para cada uno de
la pareja en España es pura demagogia. Fantasía política para acallar la
opinión pública.
Esta medida otorga a los padres españoles el permiso paterno
más largo del mundo. Es un permiso tan anómalo y exagerado en proporción al
permiso materno, y también en términos comparativos con otros países, que como
decisión política da mucho que pensar: ¿Somos realmente líderes mundiales en
igualdad y conciliación, o se trata de una de esas innovaciones que valiéndose
de un aura de modernidad introducen en los países del sur lógicas puramente
neoliberales y patriarcales?
Para desenmarañar este asunto veamos primero cuál es el
estado de la corresponsabilidad hoy en España. Algunas de las cifras que nos da
el INE invitan al optimismo: en la Encuesta de Población Activa (EPA) del año
2018[1]
se nos dice que un 28,9% de mujeres y un
27,4 % de hombres de entre 18 y 64 años se ocuparon regularmente de los
cuidados de sus hijas menores de 15 años, y entre las personas ocupadas ¡hay
más hombres que mujeres que cuidaron regularmente de sus hijas! (34% y 32,8%). Los datos parecieran indicar
que ya casi hemos alcanzado la igualdad. Sin embargo, si analizamos los datos
desagregados según la situación laboral de las personas hay grandes
diferencias: Entre las y los parados cuidaron regularmente de sus hijas un
32,5% de las mujeres y un 19,7% de los
hombres; y entre las y los inactivos el 19,3% de las mujeres pero solo el 5,5%
de los hombres lo hicieron.
Los datos perfilan una sociedad dividida en castas, desiguales,
entre otras cosas, por el diferente acceso a la “igualdad” de cada una. Entre
las y los ocupados con empleo decente la igualdad de género pareciera ser ya
una realidad, en parte gracias a que un volumen importante de los cuidados –precisamente aquellas tareas que NO
consisten en cuidar de hijas-- se delegan en trabajadoras domésticas, y por lo
tanto, no recaen en ninguno de los dos miembros de la pareja.
En las clases medias los salarios pueden no dar para
contratar a estas trabajadoras, y si bien los padres colaboran en el cuidado de
las hijas, el grueso de las tareas domésticas más degradantes suelen recaer
sobre las madres. En los próximos años será importante estar atentos a la
implicación de los varones en los cuidados: Si ahora ellos se van a encargar de
llevar a las criaturas al parque, acostarlas y bañarlas de modo que las madres
con doble jornada tengan tiempo para fregar, limpiar y cocinar a diario, ¿es
esto un avance en igualdad o se trata de una nueva estrategia de apropiación
patriarcal?
En cuanto a la población parada e inactiva –muchas son
personas que alternan estos estados con periodos de empleo temporal, autónomo o que realizan trabajo informal– la
igualdad en los cuidados brilla por su ausencia–. Y en España este grupo
constituye más del 30% de las personas de entre 18 y 64 años.
Los permisos iguales e intransferibles no tienen la capacidad de cambiar nada
de este reparto desigual en el acceso a la “igualdad”, y su efecto finalmente
se resume en la concentración de recursos en las clases altas y medias
siguiendo dinámicas típicamente neoliberales, en lo que se ha llamado
"socialismo para los ricos”.
Veamos ahora algunas características de los nuevos permisos
iguales e intransferibles tal y como se han regulado en el Decreto Ley: A partir
de 2021, cuando la medida se haya se
implementado en su totalidad, los padres deberán simultanear sus 6 semanas
obligatorias de permiso con la madre, y además, posiblemente podrán
disfrutarlas a media jornada. Esta simultaneidad anula el supuesto efecto
igualitario por corresponsabilidad forzada de los permisos. Además, si los
padres acaban disfrutando de sus permisos a media jornada --unas medias
jornadas que a menudo se alargarán bajo la presión de los empleadores— esto
significa que, tal y como dice la PIINA, los padres seguirán estando
disponibles para la empresa durante su permiso, solo que ahora será el Estado
quien les pague la mitad de su jornada. Vemos entonces que la que es la única
inversión presupuestaria seria de las últimas décadas en transferencias para
crianza en España finalmente ira destinada ¿a quién?, ¿a la criatura?, ¿a la
madre? No. Al padre y a la empresa.
Otro asunto que atañe a las reformas aún pendientes en el
reglamento para la introducción de los nuevos permisos, es la posibilidad de
que se permita consumir el permiso a media jornada sin incorporarse al empleo,
es decir, alargar el permiso al doble (32 en vez de 16 semanas) pero cobrando
el 50%. En el análisis de la PIINA esta posibilidad no se presenta como lo que
es: una opción más, sino como una coacción; y se afirma que “las mujeres se
verían presionadas a alargar su permiso a costa de reducir la remuneración”[2].
“Presionar” no es un término correcto para algo que no restringe sino que incrementa
las opciones posibles para las mujeres. Si existe alguna “presión” esa es la
miseria del tiempo disponible para las madres. Como ocurre a menudo cuando se
analizan los comportamientos de las madres desde el stablishment se presenta lo que son adaptaciones a condiciones
adversas como decisiones libres o preferencias. El que la posibilidad de tomar
32 semanas al 50% pueda ser una preferencia de algunas mujeres ante una
situación adversa y que esto colisione con lo que otras priorizan no justifica
que el mensaje se manipule. Como feministas no podemos cuestionar la capacidad
de discernimiento de las mujeres a la ligera. Hacerlo sería paternalista. No
cabe duda de que la maternidad, especialmente en la fase de la exterogestación
debería de contar con muchos más apoyos del Estado, que las madres debieran de
disponer de más tiempo decentemente pagado, y que las diferencias en las
reposiciones salariales de la Seguridad Social debieran ser menores, pero más
allá de reconocer la necesidad de introducir más políticas redistributivas y de
apoyo a la crianza, conviene no confundir a la opinión pública. La proclama
“¡No permitamos que las madres tengan que renunciar a un ingreso digno!“[3],
además de dar un relato falso de la situación, carga sobre las mujeres la culpa
de la precarización de la crianza en España, cuando esa responsabilidad es la de
unos gobiernos que –siguiendo lógicas patriarcales— se han inhibido siempre de
dar apoyo a la maternidad.
No se pueden seguir contemplando los comportamientos de las
madres como disfunciones a corregir, analizando las supuestas “trampas” en las
que las madres caerían una y otra vez --en España y en todos los países de los
que tenemos datos-- por querer cuidar y por descuidar sus carreras laborales, como
el resultado de una tara o incapacidad de análisis racional por parte de las
madres. Esta visión no es otra que la del patriarcapitalismo, y considerar que es
tarea de un Estado igualitarista-paternalista corregir esas taras es plegarse a
ella.
Los datos son tozudos. El INE nos dice que el 28,13% de las “personas”
de 18 a 64 años con algún hijo propio o de la pareja, abandonaron su trabajo en
algún momento desde que dejaron sus estudios, y cerca de la mitad de ellas
(45,4%) cogieron excedencias de más de 6 meses. La gente quiere más tiempo para
cuidar, y quien puede permitírselo, lo toma. Pero llama la atención que en el
texto de su nota de prensa sobre conciliación el INE omita el dato de que la
gran mayoría de esas 4.873.700
“personas” que abandonaron su trabajo en algún momento para cuidar de
sus hijas, eran mujeres (87%). Todas estas mujeres que interrumpieron su vida
laboral, ¿lo hicieron como consecuencia de una alienación patriarcal?, ¿Fueron
presas de la mística de la maternidad?; ¿No puede ser que muchas madres
actuales hayamos elegido libremente nuestra maternidad y hayamos decidimos
conscientemente ser rebeldes a los mandatos del sistema laboral capitalista, al
menos durante el periodo de la crianza temprana?, ¿No podría ser que las madres
lideramos la defensa de uno de los principales reductos de resistencia frente a
la tiranía del capitalismo tardío y que conscientemente tratamos de defender
los márgenes, de ensanchar esas grietas que el capitalismo salvaje, aunque lo
intenta, aún no ha conseguido colonizar?
Analizar el comportamiento de las madres como debilidad
mental y no como subversión frente a un sistema que ataca la vida es la
verdadera “trampa” ideológica en lo relativo a la conciliación, y es además caer
en visiones misóginas, puesto que la misoginia si bien juzga distorsionadamente
a todas las mujeres, siempre se ha ensañado especialmente con las madres. Me
gustaría terminar con una cita de John Holloway: “No, en este espacio, en este
momento, no vamos a hacer lo que la sociedad capitalista espera de nosotras.
Vamos a hacer aquello que consideramos necesario o deseable. Tomamos el momento
o el espacio en nuestras manos y tratamos de hacer allí un lugar de
autodeterminación rehusándonos a permitir que el dinero –o cualquier otra
fuerza extraña– determine lo que hacemos”[4].
[1] EPA. Módulo 2018
sobre conciliación entre la vida laboral y la familiar
[2] https://igualeseintransferibles.org/blog/papas-mamas-enhorabuena-estos-son-vuestros-derechos-y-que-no-os-los-arrebaten/
[3] https://igualeseintransferibles.org/blog/papas-mamas-enhorabuena-estos-son-vuestros-derechos-y-que-no-os-los-arrebaten/-- 12/06/19, 19.00h
[4] Holloway, John (2011). Agrietar el capitalismo, Buenos Aires,
Herramienta Ediciones
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