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Yo veo a mi alrededor a mujeres no madres que refuerzan a diario los roles de género tanto o más que las madres. Si una mujer no ha hecho un trabajo personal de deconstrucción de la normatividad patriarcal, da igual que sea madre o no, que sea o no una asalariada empoderada en lo laboral: estará posiblemente colaborando a la reproducción del orden patriarcal”

Esta es una de las tres entrevistas que Luisa Fuentes Guaza me hizo para su proyecto Centro Hacedor de Futuridades Maternales:

https://futuridadesmaternales.net/2019/05/06/yo-veo-a-mi-alrededor-a-mujeres-no-madres-que-refuerzan-a-diario-los-roles-de-genero-tanto-o-mas-que-las-madres-si-una-mujer-no-ha-hecho-un-trabajo-personal-de-deconstruccion-de-la-normativi/



¿Podríamos desmantelar la lógica del trabajo materno como corpomaldición o como proceso de alineamiento o como carga irreversible frente la posibilidad de articular nuevas reatribuciones donde dar la teta no sea sinónimo de poner lavadoras o sostener no sea sinónimo de encierro en el espacio privado unido a una redistribución social no-externalizada, no-privatizada, no-negadora de los derechos de las criaturas en la primera infancia de todas las actividades que configuran el trabajo materno como potencialidades para la transformación de las condiciones de vida?, ¿podríamos re-asignar la crianza como territorio para la generación de verdaderas condiciones de igualdad y justicia como espacio de aprendizaje revolucionario desde el origen de la vida sin que ello suponga reforzar el constructo cuerpo-comunidad-femenino o reforzar los roles de género o contribuir a la mitologización de la feminidad?, ¿podríamos gestar y sostener desde la emancipación asumiendo tales actividades?



A la primera pregunta: sí. Podemos y debemos, entre otras cosas por que actualmente no hay muchas otras reivindicaciones sociopolíticas válidas –yo diría que quizá hay dos o tres más—para orientar las energías de quienes aspiramos a la transformación de las condiciones de vida y a “construir un mundo mejor”  hacia horizontes esperanzadores, sostenibles, justos y afirmadores de la vida.
 
La lógica que entiende el trabajo materno como corpomaldicion, es una idea que en nuestra sociedad poscapitalista se ha incorporado como sentido común hegemónico, pero yo creo que es una forma de misoginia.  Si acaso existe la maternidad como maldición hoy en día, cuando ya el riesgo de muerte para las madres es mínimo, y cuando la contracepción y el aborto nos permiten a las mujeres elegir nuestras maternidades, solo puede ser una maldición cultural y patriarcal. A mí no me parece en absoluto casual que haya coincidido el momento en que las mujeres hemos ganado un control absoluto sobre nuestra fertilidad, además de la igualdad en la patria potestad sobre nuestras criaturas, con la rápida emergencia de una fuerte ofensiva material y simbólica contra las madres: Material través de la precarización de la crianza gracias a un sistema en el que solo la participación en un empleo hecho a medida del varón se considera una aportación social digna de ser tenida en cuenta; y simbólica a través de una profunda devaluación y banalización de la maternidad biológica, de los bioprocesos que conforman la maternidad y que además de ser ineludibles --mal que le pese al patriarcado-- crean vínculo social.  Meter en el mismo saco de “los cuidados” poner lavadoras y dar la teta es una de otras tantas operaciones simbólicas devaluadoras de la maternidad, operaciones que el capitalismo rentabiliza de mil maneras, hoy por ejemplo, comercializando la leche materna o la maternidad al completo.


 
¿podríamos re-asignar la crianza como territorio para la generación de verdaderas condiciones de igualdad y justicia como espacio de aprendizaje revolucionario desde el origen de la vida sin que ello suponga reforzar el constructo cuerpo-comunidad-femenino o reforzar los roles de género o contribuir a la mitologización de la feminidad?, ¿podríamos gestar y sostener desde la emancipación asumiendo tales actividades?
 

 

Yo siempre lo he visto de esa manera. Para mí tomar las necesidades de la díada madre-criatura como criterio para construir sociedad es garantía –creo que la más básica- de construir verdadera igualdad, sociedades verdaderamente compasivas que respeten y cuiden la vulnerabilidad en vez de enraizar en ella la dominación y las jerarquías. De hecho, las socialdemocracias nórdicas --modelos de equidad e de igualdad-- tuvieron muy en cuenta las necesidades de las madres y las criaturas cuando construyeron sus sistemas de bienestar: proveer para ellas fue un criterio político básico. Cuando un proyecto social protege otras vulnerabilidades pero deja de lado la protección específica de la díada madre-criatura su igualdad es defectuosa: deja intacto el lugar donde se fundamenta la dominación patriarcal primigenia. Yo creo que a la famosa frase que todas suscribimos: la revolución será feminista o no será habría que añadirle hoy una coletilla: la revolución será feminista e inclusiva con la maternidad o no será .
 
 
En cuanto a no reforzar el constructo cuerpo-comunidad-femenino.  Si la mistificación de la maternidad fue una forma de alienación femenina en el XIX y hasta los 50-70 del XX (en España pongamos hasta los 80), yo sinceramente creo que hoy queda poco de eso. Quizá en ambientes muy tradicionales. Creo que estamos en un momento cultural en el que en lo relativo a la maternidad lo que prima es su banalización, cosificación y marginalización, y hoy son estas las formas mediante las que se produce la expropiación de las mujeres.  
Yo veo a mi alrededor a mujeres no madres que refuerzan a diario los roles de género tanto o más que las madres. Si una mujer no ha hecho un trabajo personal de deconstrucción de la normatividad patriarcal, da igual que sea madre o no, que sea o no una asalariada empoderada en lo laboral: estará posiblemente colaborando a la reproducción del orden patriarcal. Es cierto que la maternidad te pone en una situación de cierta vulnerabilidad, ya que necesitas apoyos, y que ese es un momento clave para la cristalización del constructo cuerpo-comunidad-femenino, pero por eso mismo es también un momento de concienciación, de comprensión más profunda de lo que es el patriarcado y de empoderamiento para muchas mujeres.
 




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